lunes, 21 de diciembre de 2009

¿Te engaño o nO?


¿Qué lleva a una persona ha cometer infidelidad?. meterse en la cama con un hombre que no es su esposo y compartir con ese extraño momentos de verdadero placer.


Lucía no sabía como detener tanto encanto. Juan un hombre de 24 años atractivo ante los ojos de cualquier chica, con unos enormes ojos verdes y un cuerpo de modelo le ofreció bajarle la luna y las estrellas. difícil de creer sobre todo si son palabras de cualquier mortal.


Lucía y Juan acordaron verse frente al hotel ¨Casa Blanca¨, a las 10 de la noche, todo estaba listo y aunque Lucía no quería creerlo estaba segura que ese encuentro nada romántico le cambiaría la vida. Juan preparó todo con sigilo, se baño, se echo perfume en esas partes insólitas, se esmero en conseguir un buen traje para la noche y aunque las horas pasaran lentas él mantenía con entusiasmo la idea de pasar una noche de sexo salvaje con la mujer de su mejor amigo.


Nada detendría las ganas de estar con aquella mujer que durante dos años atormento sus sueños más profundos sobre todo por ser como suelen decir los hombres una mujer prohibida. Tal vez el mismo hecho de ser prohibida hacía que las ganas de tenerla alguna vez en sus brazos sean cada vez más fuertes.


Carlos- esposo de Lucía- saldría de la ciudad esa misma noche en busca de un trabajo mejor al que ya tenía sin imaginar siquiera que su querida mujercita pasaría la noche siendo consolada por el amigo incondicional de la familia, por aquel hombre que entre chelas y chelas con Carlos esperaba el momento oportuno para destruir tan catastrófico matrimonio.


El hotel estaba ambientado para la ocación, todo estaba listo para pasar un momento agradable. Juan esperaba en la cama desde las 9 de la noche con las ganas de empezar la función. Lucía por el contrario empezaba a sentir remordimientos por los pensamientos tan pecaminosos sobre todo porque esa noche esos pensamientos dejarían de serlos para pasar a una realidad que la harían mucho más feliz, pero- el maldito pero de por medio- hacían que de rato en rato detuviese su carro, estrechara el volante con sus manitas frágiles y cuando olvidaba al anegado marido otra vez aceleraba para llegar al encuentro que como dije en un principio le cambiaría la vida.


Cuando llego al hotel pregunto por el señor Juan en la recepción. La señorita con voz hostil le indico el número de cuarto donde se encontraba el hombre de sus verdaderos sueños.

mientras subía por el acensor hasta el cuarto 604 no podía dejar de pensar en su marido, en los años que llevaban de casados, en las consecuencias de sus actos, en la enorme confución que tenía, en lo infeliz que era y la fatal decisión que la orilló a los brazos de otro hombre. Sin embargo cruzo los brazos y con tal desprendimiento se dijo a si misma: que chucha ya estoy aquí, lista para empezar la diversión. Palabras de alguien que encuentra justificación a sus actos pecaminosos.


Cuando por fin llego al cuarto se paro frente a él una vez más penso en su marido y su teléfono célular empezó a sonar. ¿entro o contesto?, penso.



CONTINUARÁ.

domingo, 6 de diciembre de 2009

diarrea cerebral


Para los que se aburrieron de mis historias cachondas he aquí una pizca de mi elocuencia contando a viva voz mis experiencias como estudiante de una prestigiosa Universidad minúscula.


Es tedioso abrir un libro y leerlo por obligación, sobre todo si ante la injusta calamidad llega a tus manos y a manera de tortura fragmentos poco usuales, pero extrañamente llamativos para aquellos que como yo no acostumbran leer nada que no sea de ese rubro.


Este es mi caso yo nunca leo nada y todo lo que sé lo aprendí en la calle con un hambre voraz por saber que chucha sucede en el mundo, en mi querido país. Hoy por mera casualidad tengo la difícil tarea de repasar líneas que a mi parecer son un tanto pasadas para alguien que no acostumbra saber nada de política y se la pasa leyendo novelas o libros de ciencia ficción de algún escritor que logra cautivar a la primera lectura.


Dentro de 5 horas tendré un examen maratónico donde pondré a prueba mis más humildes conocimientos, pero para variar y por más esfuerzos que haga no dejo de pensar en lo tierno que es mi enamorado, en sus manos recorriendo mis cintura, en sus besos sabor a margarita ebria- ojo digo ebria porque logra marearme- en fin son muchas las cositas ricas que me fascinan de él. Sin embargo y para volver al punto inicial, sigo pensando en: ¿Por qué se me hace muy difícil estudiar un curso que me parece de lo más aburrido? y en general, ¿ Por qué en épocas de estudio nadie sale de sus casas?, nos convertimos en los eternos estudiantes de última hora y hacemos quedar mal al reducido número de estudiantes que realmente logran captar y sobre todo aprovechar cada minúsculo conocimiento. Bueno pues no verguenza confesar que pertenezco a ese grupo de chicos que no se deja intimidar por una nota, que hace muchos sacrificios para pasar un curso, pero que no persigue ni ruega para aprobar, que a última hoa estudia esas largas líneas de escritores sosos para pasar un examen que a cualquier mortal, sobre todo estudiante simple como yo le causaría una diarrea cerebral.


Ahora sin mucho palabreo ni comentarios desafortunados pienso en los minutos que perdí posteando en un blog que nadie sigue, pero sobre todo pienso en lo feliz que soy al desfogar mis tontas líneas recargadas de mis más sinceras experiencias.

lunes, 26 de octubre de 2009

Un Oral en el Cine


Cuando la inquieta Vanesa conoció al inocente Roberto no imaginó nunca llevarlo a un hotel, hacerle el amor y desflorarlo como se desflora una hermosa flor en otoño.

Para celebrar el primero año de enamorados Vanesa quiso ir al cine, pasear por la ciudad de Lima llena de un inconfundible clima donde la gente inhala toda la mierda incalculable que recae sobre grandes y pequeños como en un cuento de un país consumido por esa inmensa despreocupación como los cerros que rodean a Vanesa. Una querida amiga que protagoniza esta tonta historia que seguramente leerán algunos mañosotes absortos por la locura y lo que el amor te puede llevar a hacer aunque en el fondo, tal vez deba decir que no es precisamente el amor el que te lleva a cometer tal acto que me hace recordar a los perritos cuando quieren tener sexo sin importarles en donde y quienes los estén mirando.

Mi quería protagonista llevo a su flamante enamorado a dar una vuelta por su cuadra sin imaginarse siquiera que minutos más tarde chocarían con un ex enamorado suyo y que tal encuentro causaría en ella cierta excitación que solía tener cuando estaba cerca de Pedro otro inocente personaje de la locura de la tierna Vanesita. Para cuando la parejita enamorada cruzo la calle, chocaron de manera irremediable con el guapo y despistado Pedro, quien se disponía a subir a una combi, pero que de manera inmediata se detuvo para conocer a su rival número uno. Pues bien, aquí el único tonto de la historia era Roberto por no saber quien era realmente la mujer a la que le había entregado su amor y a la que llevaba de la mano con tanto orgullo sin sospechar siquiera que está linda mujer de cabello dorado como el sol y ojos azules e intimidantes era precisamente una loba en potencia, una come-hombres endulzadora y tierna por fuera. Pedro solo podía pensar en ella de una sola manera: es tierna, maravillosa, completamente una flor de primavera, una mujer con la que cualquier hombre desearía compartir su vida. Lastima que solo una persona realmente enamorada no vea el monstruo que tiene a su lado. Lastima que el paparulo de Pedro no pudiera decir ni una sola palabra, porque para él las cosas eran claras y al carajo si antes amo con locura a una mujer de un kilometraje tan grande como el falo del que se sentía orgulloso.

El encuentro fue tan breve que rápidamente Vanesa despisto a su pareja con un leve quiebre de cintura que la orillo a inclinarse hasta el suelo sin importarle la molestia que este declive le producía debido a sus enormes zapatos de punta y su pequeña minifalda que tanto adoraban los dos tontos palomos y victimas de la circunstancia.

Mientras Vanesa analizaba en su memoria lo bien cuidado que estaba su ex, Roberto no dejaba de pensar en la linda faldita que su flaca como decía frente a sus patas y en quitárselo a mordiscos en cualquier hotel de mala muerte. Llegaron al cine y escogieron una película de terror que ya estaba en cartelera durante 3 semanas, pensando de manera rápida en darse unos inocentes toquecitos de los que nadie seguramente se percataría.

Entraron a la sala y para su buena suerte no había mucho público. Se acomodaron en la parte trasera de la sala con la chanchita y la gaseosa que tenía una cañita con la cual Vanesita empezó a jugar, así que sin perder más tiempo tomó el primer sorbo cogiendo la cañita como si cogiera el miembro de su encantador enamorado. Claro percatándose también de que este la observe, mientras ella movía la cañita de arriba a bajo una y otra vez. Dejo la cañita, la gaseosa a un lado abrazo a su enamorado y cuando por fin las luces y la sala estuvo en completa oscuridad empezó a besar a su querido Roberto como solo una niña mala puede hacerlo. Metió su lengua hasta lo más hondo de la cavidad de la boca de Roberto y éste respondió con un toqueteo que llegó a sentir Vanesa por debajo de su diminuta falda. Mientras la cosa se ponía más ardiente en ese cine de mala muerte. Vanesa ahora se sentía con la inmensa necesidad de estar en la cama con Roberto y sentirse suya. Así que bajo su lengua hasta el cuello de su amante, bajo hasta su pecho, bajo hasta su estomago, bajo hasta la cintura y cuando por fin no pudo más abrió desesperadamente el pantalón de su enamoradito. Metió su mano como una niña traviesa buscando un juguete y cuando por fin lo encontró se agacho, metió a su enorme boquita coqueta esa aparatosa serpiente y lo movió con su boca una y otra vez hasta estar completamente segura que Roberto compartía con ella una alegría inexplicable. Vanesa no pudo evitar sentirse maravillada e incluso pensó por un momento que todo esto no era real. En un instante de conchudaza pensó que todo esto era parte de un paraíso desaparecido por muchos- encontrado por ella. Pero volviendo al asunto. Ella, la niña santa de la que todos hablaban para bien, estaba ahí sentada en un cine de mala muerte cogiendo el juguete de su enamorado.

Acabo rápidamente porque Roberto no resistió y se vino en la boca de la dulce y rica cosita representada por una monumental mujer de ojos azules y una cintura de impacto. Cuando por fin terminaron no les fue necesario terminar de ver la película para decidir que era tiempo de pasar a retirarse e ir a un lugar donde pudieran continuar con su lujuriosa fiestita.
CONTINUARA......

viernes, 9 de octubre de 2009

5 minutos de Gloria


Siempre estas en cada parte de mi ciudad, aunque para el mundo eres un fantasma. conocerte ha sido maravillosamente perturbador en mi vida.


Ibas caminando apresudaro por la calle José Granda cuando chocaste conmigo de manera impertinente. en ese momento pense en lo idiota que eras por no fijarte por donde ibas.


- fijate por donde caminas

- lo siento, no fue mi intención

- olvidalo. no creo que te sirva de mucho, pero deberías ver por donde vas.


Me miraste fijamente a los ojos y senti tu reproche inmediato por darte un consejo tonto como yo. No sé que pensaste de mí, nunca lo sabre y verdaderamente a veces desearía pensar que fuiste solo un sueño. Ese día como ningun otro me sentía idiotamente triste por un chico que nunca supo amarme ni darme su corazón de la misma forma que yo. cuando te chocaste conmigo te fijaste en las lágrimas reprimidas que mis ojos contenían, así que dejaste de lado tus problemas para preguntarme si me sentía bien.


- ¿te puedo ayudar en algo?

- No creo q puedas. nadie puede
que tonta fui al creer que nadie podía ayudarme, por ironías de la vida fuiste tú quien me ayudo a olvidar, por eso te escribo a manera de agradecimiento por lo importante que fuiste en mi vida, por las maravillosas aventuras que pasé a tu lado, por olvidar lo que no quería olvidar, por enseñarme que después de cada dolor viene una alegría mayor.


Jóse, como la calle donde lo conocí, era un chico aparentemente agradable, alegre y de buen porte, con ojos medio achinados y una enorme sonrisa que delataba su coquetería, y aunque mi primera impresión fue otra esta es la conclusión a la que llegué luego de permanecer a su lado 8 largos meses que en un principio fueron gloria completa. Al principio de la relación saliamos poco, no nos veíamos muy seguido y eso le molestaba mucho porque yo nunca tenía tiempo para él o al menos eso le hacía creer, estaba muy lastimada porque aún no olvidaba al chico que mencione al inicio, de alguna u otra forma no quería involucrarme en otra relación más de la cuenta. Fui egoista en muchas ocaciones y también olvide lo importante de una relación, olvide la fidelidad, la comunicación y el respeto que debe primar en estos casos. Las noches en las que José creía que yo estaba con mi madre paseando por ahí en realidad me escapa con mis amigas y recorriamos todas las discotecas en busca de diversión y locura. me emborrachaba hasta perder el control, me gustaba bailar como una drogadicta desenfrenada y hasta en varias ocaciones besaba a uno que otro pata pensando en la carita del chico que rompio mi corazón. Te engañe muchas veces y tal vez tú también lo hiciste, ahora después de muchos años he llegado a creer verdaderamente en lo inútil que es sufrir por otra persona cuando a mi lado te tenía a ti, aunque no sirva de nada lo siento si te ofendí y lamento que hayas pasado por tantas dificultades por mí, sin embargo la santidad que te caracterizaba cuando iniciamos nuestra relación se vino abajo cuando descubrí lo terrible que podías ser cada vez que te enojabas. Por eso te dejé. En una ocación recuerdo que llegaste a cachetearme por decirte que eras un cobarte, en fin son muchas las cosas que nos separaron y aunque tú me creíste más cobarde fue mejor así. Cuando terminamos me aleje de ti, cambie mi número de teléfono, cambie mi correo, cambie de ciudad para no volver a verte nunca más. Todo esto lo debes saber ya de memoria.


Que bueno es tenerte lejos...

domingo, 6 de septiembre de 2009

desear la muerte es un pecado


Era un día aburrido para desear la muerte, un día lleno de conflictos, un día en el cuarto de mi hermana, un día que parece una canción de los ochenta: muy buena y larga como los videos de Michael Jackson. Pero bueno, era un día en el que tuve la extraña sensación de ver el momento, la oportunidad estaba frente a mis ojos. El carro pasó a toda velocidad y en esa cuestión de segundos quise lanzarme a él como una liebre indefensa e ingenua que no mide las consecuencias (Pobre. Ella no sabe que va a morir y que los carros también matan). La imagen era clara. Yo tendida en el suelo, uno de mis aretes suspendido en el aire, los gritos de mi hermana, el triste sonido de mi cráneo destrozado con el impacto al caer al suelo y una lágrima que seguramente derramaría al repasar por última vez todos los recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia y una juventud que se me escapa de las manos, en un santiamén. Que pecado enorme el querer morir. Quiero morir, Pensé. Ya lo veía venir un charco lleno de sangre esparramándose por toda la pista, la ciudad repleta de ese estridente ruido y el dolor de mis huesos.

Me pregunto: ¿el chofer detendrá el carro o solo huirá como todo buen cobarde?, ¿cobarde? Como podría si la que planeo y provocó toda esta situación fue mi humilde persona. Entonces me detuve, respiré profundamente, pensé en toda la gente que me quiere, me quiso y me querrá (No importa el orden), pensé en mi hermana y milagrosamente en mi madre: La pobre y dulce mujer que abrió sus piernas para procrearme y darme alojamiento en su vientre durante 8 meses, hasta que al final y con un largo suspiro me arrojó al mundo. Me arrojó, a mí. Una triste criatura plagada de pecados santos. Volviendo a la imagen de mi muerte, recuerdo una vez más los zapatos que en ese momento traía y por más superficial que pareciera, confieso con vergüenza que no me gustaría morir con ellos , y es que son tan bonitos, cómodos y seguros que odiaría verlos llenos de sangre. Esperé, mientras las imágenes mentales reproducidas por mi audaz cerebro, eran un tanto más terribles que las anteriores. Luego cruce la calle agarrando fuerte la mano de mi hermana y camine lentamente hasta llegar a mi guarida de la cual desearía no salir nunca.
Después de repasar todas las incidencias en las que caí por enesima vez, me encerré en mi habitación, cogí un papel y un lapicero para recordar que hay cosas que no se olvidan aunque pasen los miles de años y se registran en un papel u otro objeto. mientras tanto yo me quedo con el papel que seguramente usaré cuando el papel higiénico se acabé.
Escribo para sentirme viva. Escribo para sentirme útil.